TRATADO 68

Comentario a Jn 14,2, dictado en Hipona, probablemente el domingo 28 de diciembre de 419

Traductor: José Anoz Gutiérrez

Voy a prepararos un lugar

1. Reconozco, hermanos carísimos, que se os debe y ha de pagarse ya lo que había yo diferido, cómo puede entenderse que no son contrarias entre sí esas dos cosas: que, aunque el Señor había dicho: «En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque voy a prepararos lugar»1 —donde muestra suficientemente que les dijo esto precisamente porque allí hay ya muchas moradas y no es preciso preparar ninguna—, dice asimismo: Y si me hubiere ido y os hubiere preparado lugar, de nuevo vengo y os tomaré junto a mí mismo, para que donde estoy yo estéis también vosotros2. ¿Cómo se va y prepara lugar, si hay ya muchas moradas? Si no, habría dicho: Voy a preparar. O, si aún hay que prepararlo, ¿por qué no habría dicho con razón: Voy a preparar? ¿O esas moradas existen y asimismo hay que prepararlas? En efecto, si no existieran, habría dicho «Voy a preparar»; y, sin embargo, porque existen de forma que están por preparar, no se va a prepararlas como son, sino que, si se marchare y las preparare como van a ser, cuando de nuevo venga tomará a los suyos junto amismo para que, donde está él, estén también ellos. ¿Cómo, pues, en la casa del Padre hay no otras moradas, sino esas mismas, y sin duda son ya como no han de prepararse, y aún no son como han de prepararse? ¿Cómo suponemos, sino como también un profeta elogia a Dios, porque hizo las cosas que van a suceder?3 En efecto, asevera no «el cual “va a hacer” las cosas que van a suceder», sino: El cual «hizo» las cosas que van a suceder. Las hizo, pues, y va a hacerlas. Efectivamente, ni fueron hechas si él no las hizo, ni van a suceder si él no las hiciere. Las hizo, pues, predestinándolas; va a hacerlas realizándolas.

Como el evangelio indica suficientemente cuándo eligió a los discípulos —evidentemente cuando los llamó4—, y empero el Apóstol asevera: «Nos eligió antes de la constitución del mundo»5 —predestinándonos, evidentemente, no llamándonos—; «ahora bien, a los que predestinó, también a ésos llamó»6los eligió predestinándolos antes de la constitución del mundo, los eligió llamándolos antes de la constitución del mundo—, así también preparó y prepara moradas; prepara no otras, sino las que preparó quien hizo lo que va a ser; realizándolas prepara las que preparó predestinándolas. Ya existen, pues, en la predestinación; de lo contrario habría dicho «iré y las prepararé», esto es, «las predestinaré». Pero, porque aún no existen en cuanto a la realización, afirma: Y si me hubiere ido y os hubiere preparado lugar, de nuevo vengo y os tomaré junto a mí mismo.

Prepara al hombre, no su morada

2. Pues bien, en cierto modo prepara moradas: preparando para las moradas moradores. En efecto, porque dijo: «En la casa de mi Padre hay muchas moradas», ¿qué suponemos que es la casa de Dios sino el templo de Dios?. Pues bien, interróguese al Apóstol qué templo es ése y responda: Pues santo es el templo de Dios, que sois vosotros7. Éste es también el reino de Dios que el Hijo va a entregar al Padre; por ende, dice idéntico Apóstol: El inicio, Cristo; después quienes son del Mesías en su presencia; después el final, cuando haya entregado el reino al Dios y Padre8, esto es, haya entregado a su Padre, para contemplarlo, a quienes redimió con su sangre. Éste es el reino de los cielos, del cual se dice: El reino de los cielos es similar a un hombre que siembra en su campo semilla buena. Ahora bien, la semilla buena son éstos, los hijos del reino; aunque ellos tienen ahora cizaña entremezclada, al final enviará el rey en persona a sus ángeles y recogerán de su reino todos los escándalos. Entonces, en el reino de su Padre brillarán como el sol los justos9. El reino brillará en el reino cuando el reino haya llegado al reino que ahora pedimos y del que decimos: Venga a nosotros tu reino10. Ahora, pues, se lo llama ya reino, pero aún es convocado; en efecto, si no se lo llamase reino, no se diría: Y recogerán de su reino todos los escándalos. Pero aún no reina este reino. Por ende, es ya reino de forma que, cuando de él hayan sido recogidos todos los escándalos, entonces llegue al reino de forma que tenga no sólo el nombre de reino, sino también la potestad de reinar, pues a este reino, que estará a la derecha, se dirá al final: «Venid, benditos de mi Padre, recibid el reino»11, esto es, quienes erais el reino, mas no reinabais, venid, reinad para que podáis ser también de hecho lo que habíais sido en esperanza. Esta casa de Dios, pues, este templo de Dios, este reino de Dios y reino de los cielos es edificado, aún es construido, aún es preparado, aún es congregado. En él habrá moradas como las prepara aún el Señor; en él están ya como el Señor las ha predestinado ya.

La fe y el deseo de amar preparan nuestra morada

3. Pero, puesto que en verdad nos prepara a nosotros mismos, cosa que no hará si nos abandonare, ¿qué significa el hecho de que se marchó a preparar? Lo reconozco, Señor, como puedo: ciertamente aludes a que, para que esas moradas sean preparadas, el justo debe vivir de fe12. En efecto, quien está exiliado del Señor necesita vivir de fe, porque mediante ésta es preparado para contemplar su objeto13. En efecto, dichosos los de corazón limpio porque esos mismos verán a Dios14, y con la fe limpia sus corazones15: aquello se lee en el evangelio, esto en Hechos de los Apóstoles. Pues bien, la fe mediante la que, mientras están exiliados quienes van a ver a Dios, son purificados los corazones, cree lo que no ve, porque, si ves, no hay fe. Quien cree, recoge el mérito; a quien ve se le paga el premio. Váyase, pues, el Señor y prepare lugar; váyase para que no se le vea, escóndase para que se crea en él. En efecto, es preparado un lugar si se vive de fe. Creído, sea deseado para que, deseado, se le tenga: el deseo de la dilección es preparación de la mansión.

Señor, prepara así lo que preparas, pues nos preparas para ti y te preparas para nosotros porque preparas lugar para ti en nosotros y e ti para nosotros. En efecto, tú has dicho: Permaneced en mí y yo en vosotros16. En la medida en que cada cual fuere partícipe de ti, uno menos, otro más, ésta será la diversidad de premios según la diversidad de méritos; ésta será la multitud de moradas según la diferencia de moradores, pero en todo caso todos vivos en la eternidad y felices sin fin. ¿Qué significa que te vayas? ¿qué significa que vengas? Si entiendo bien, no te retiras de allí adonde vas ni de donde vienes: te vas ocultándote, vienes manifestándote. Pero, si no permaneces gobernándonos para que progresemos viviendo bien, ¿cómo será preparado el lugar donde podamos permanecer disfrutando?

Sobre las palabras evangélicas que se han leído públicamente, hasta donde el Señor asevera «De nuevo vengo y os tomaré junto a mí mismo», quede suficientemente dicho esto. En cambio, qué significa lo que sigue: Y sabéis a dónde voy yo y sabéis el camino17, lo escucharemos mejor y lo trataremos más a propósito tras la pregunta que sigue, hecha por un discípulo, cual si mediante éste preguntásemos también nosotros.