Capítulo XXI
Respuesta de Job: Carezca yo de este consuelo que me dais1: el pensar que hay que gozar de los bienes temporales, siendo como son comunes a los buenos y a los malos, y que si eventualmente apareciera algún malvado, la revancha se tomara contra él a base de estos bienes. Job, por el contrario, dice que estos bienes temporales les duran a los malos hasta la tumba, y la venganza contra ellos no tiene lugar recurriendo a estos bienes. ¿Y qué? ¿Es que mi castigo me viene de un hombre? El escarmiento me viene de Dios. Por eso, el consuelo sólo puede venirme de él, no de vosotros. ¿Y por qué no habría de impacientarme?2 Por tanto, no me deis esa clase de consuelo, pues estoy viendo la dicha de los malos. Volveos hacia mí y asombraos3: es como si dijera vaguedades. Yo, al acordarme, me horrorizo: retrotrayendo hacia el pasado los sentimientos que le embargan actualmente, confiesa las maldades de la vida humana. Y mis carnes están agarrotadas por el dolor4: mi dolor es carnal. ¿Cómo es que viven los impíos?5 Les pregunta el porqué, ya que andaban pregonando que aquí había un castigo para los impíos. Y sus ovejas se mantienen en una especie de decrepitud6: ¿hasta qué punto pueden mantenerse así? No durarán siempre. Había bienes en sus manos7: no les arrebató esos mismos bienes cuando se expresaban así. Es más, la lámpara de los impíos se apagará8: alusión al esplendor temporal, aunque no lo interpretaran como aquéllos. Que sus hijos derrochen sus bienes9: se refiere a los bienes con que los fascinó. Es decir, los bienes temporales, sean del anticristo o del diablo. Que sus propios ojos vean su ruina10: quiere decir que los que gozan de la abundancia son inconscientes de esa misma prosperidad. Pero en el futuro irá a parar a la misma sensación de los impíos. Porque detrás de él ya no se cumplirá ninguno de sus deseos en su propia casa: dado que en su conciencia no siguieron al Señor en sus tribulaciones. Aunque el número de sus meses haya sido reducido a la mitad11: aunque dio culto a Dios en el presente, no esperó en las realidades futuras que conjuntamente integran la plenitud de los meses. ¿Porque es él quien juzga los homicidios?12: ya que los impíos, al inculcar la impiedad mediante el amor a la impiedad carnal, indefectiblemente mueren para el siglo futuro. Pero de tales homicidios no son jueces los hombres, sino sólo Dios. Morirá en la plenitud de su simplicidad13: da la impresión de ser vengador de los homicidios ocultos al hacer mención del dadivoso y del avaro, porque a los hombres ricos y generosos se les tiene por buenos. Sus vísceras están cubiertas de grosura: tiene alegría. Y su medula se esparce14: la de sus vísceras. La razón estriba en que no retiene sus bienes de manera egoísta, sino que los emplea tanto en favor de sí mismo como en favor de los demás. Y así sé que me insistís temerariamente15: pues no habláis reflexivamente. Andáis preguntando: ¿dónde está la casa del príncipe? La del impío o la del soberbio. Pensaban que se les despojaba aquí de sus bienes, cuando de hecho la mayoría acababa sus días en la abundancia para ser castigados con ellos. ¿Y dónde está el toldillo de las tiendas de los impíos?16: el honor. Preguntádselo a los viandantes: a los que no se recrean en el camino, sino que pasan por él. Y no dejaréis de reconocer sus señales17: o las de los impíos que dan los transeúntes al predecirles el futuro, o las que permiten conocer a los impíos. ¿Quién denunciará delante de él su proceder?18 En presencia del impío nadie pone al descubierto su conducta. Sólo lo hace el Señor con aplomo y seguridad en sí mismo, porque le hace frente. Y, con todo, él mismo —el Señor— fue llevado al sepulcro: por eso no hay que esperar para aquí el premio de la piedad. Y veló sobre la muchedumbre19: porque resucitó con anterioridad al grupo de los resucitadores. ¡Dulces le fueron los guijarros del torrente!, aquellos a los que no abatió el mundo: sus discípulos. Y todo el mundo se va tras él, y ante él gente incontable20. O bien: en pos de él marcha todo hombre, es decir, el único hombre: y ante él, innumerables: los que ahora se consideran incluidos en el número de los hombres. O bien: en pos de él avanza la turba de los creyentes, y ante él los patriarcas y los profetas. ¿A qué, pues, me ofrecéis vanos consuelos?21 Al sugerirme los bienes o males presentes.
Capítulo XXII
Réplica de Elifaz de Temán: ¿No es el Señor el que enseña la sensatez y la ciencia?22 Es como si le reprochara a Job no haber juzgado con rectitud, puesto que a Dios no se le puede reprender más que a través de la inteligencia, en la que nos aventaja, dado que el hombre la recibe de él. ¿Y entrará en juicio contigo?23: para que te compares con él. Tu luz se ha convertido en tinieblas: tu dignidad. Y mientras duermes te cubrieron las aguas24: la riada de la tribulación cuando te sientes seguro. ¿Puede discernir a través de las nubes?25: Como si no pudiera ver a través de la niebla. Las nubes le sirven de escondrijo y no se le ve: se le ocultan las realidades de la tierra. Y se pasea por la inmensidad del cielo26: metáfora no aplicable a la tierra. ¿Es que quieres guardar la senda del siglo?27: como si Job pensara que Dios no se preocupa de los avatares humanos. ¿Por qué los cogieron antes de madurar?28: inmaduros, según su opinión, ya que pensaban permanecer aquí para siempre, o en todo caso antes de acceder a la sabiduría. Pero estos amigos de Job hablaban de oídas, no expresaban sentimientos propios. El pensamiento de los impíos está lejos de él y llena sus casas de riqueza29: el pensamiento del impío está lejos del Señor porque Dios no actúa de acuerdo con las expectativas de él, bien porque al impío le resulta la impiedad gratificante o apetitosa, o bien porque no acaba de verla. Los justos, al verlo, se echaron a reír: los que comprenden. Aunque éstos no lo comprendieran, al estimar que los impíos reciben su galardón aquí. Y el inocente se mofará de ellos30: de los impíos. Sé duro si eres capaz de resistir31: es decir, mantente firme. Y alejarás de tu tienda la iniquidad32: tu trato personal o la misma vida. Y esto aunque todo lo entiendan en sentido carnal. Y colocándolo sobre un terraplén, como sobre una roca33: lo contrario de esta otra expresión: sus cimientos son un río que corre34. Porque se humilló a sí mismo: la luz misma. Y tú dirás: se ha realzado contra el orgullo35: contra los orgullosos. Salva al inocente y tú te salvarás mediante la pureza de tus manos36: no te desanimes en tus buenas acciones, porque de las realidades humanas se ocupa Dios.
Capítulo XXIII
Respuesta de Job: Sé a ciencia cierta que el reproche procede de mi mano: de mis pecados. Y mi mano ha dejado caer su peso sobre mis gemidos37: me has pegado para que me duela. ¿Y llegar hasta su trono?38 Para que mi santidad sea lo suficientemente grande como para acercarme a quienes son asiento de Dios. Entonces podré decir y escuchar verdades. Razón por la que a los santos se les llama cielos. Y conoceré las réplicas que me dirige: el aporte de razones con las que demuestra que todos sus juicios son justos. Y oiré lo que me dice39: estando ya tan cercano a él. ¿Discutirá conmigo alegando su gran poder?: hasta el punto de ofrecerme resistencia valiéndose de su poder. En absoluto. Que no abuse de mí recurriendo al terror: que no se aproveche de mí, aterrorizado como estoy a causa de mis pecados. Por lo demás, cuando me llegue a él40: en aquella libertad con que me acercaré a su trono, lo amaré todo, y su poder no será impedimento, aunque ahora pueda abusar de mí, pecador como soy. Es decir, que haga de mí lo que quiera, incluso castigándome, aunque justamente. De él procede la verdad y la reprimenda: es decir, su reproche no es injusto. Lleva hasta el final la sentencia sobre mí41: si ahora aplica un correctivo, luego la hará pública. Porque si soy el primero en desfilar, ya no apareceré después42: ni esperar con arrogancia ni desesperar sin fe; es decir, ni desbandarse a la izquierda ni a la derecha. Así se lee: si subo al cielo, allí estás tú43. ¿Quién puede arrojarme de allí?, etc. No acabo de comprender lo que hace desde la izquierda. Es repetición de lo anterior. Al estar entregado a las realidades temporales, dice que no se comprenderá desde la izquierda. Se volverá hacia la derecha y no lo veré44. Por eso no debo mantenerme a la izquierda. Dijo se volverá, porque se halla entre los espirituales de los que yo me aparto cuando estoy a la izquierda. El conoce mis caminos: de modo que le seguiré aunque me lleve a través de las tribulaciones. Me probó como al oro45: en las tentaciones. Caminaré en sus mandamientos46: saldré de mis tinieblas, pero siempre en sus mandamientos. Si, por el contrario, él lo juzgó así47: probarme como el oro por medio de las tribulaciones. Por eso me he disparado hacia él: por haberme hecho sufrir me he lanzado hacia él abandonando las realidades temporales. Y prevenido por él, siento inquietud por él48: para evitar el suplicio eterno con estos sufrimientos carnales. Por eso me estremeceré ante él49: me estremeceré ahora, para evitar el juicio futuro que me barrunto, y donde tendrá lugar su manifestación. Y Dios ha ablandado mi corazón50: atribuye a la misericordia de Dios ese mismo temor con que evita los castigos futuros. Porque desconocería los castigos y tinieblas que caerán sobre los malvados si Dios no hubiera ablandado su corazón con el sufrimiento actual. Justamente ocurre lo contrario cuando se dice que Dios endureció el corazón del Faraón51.
Capítulo XXIV
Por lo cual al Señor no se le ocultaron los tiempos52. Dándole sentido causal o consecutivo. Traspasaron el fin53: Cristo. Y los pobres se apartaron del camino justo: sea para imitar a los impíos, sea porque, al ver impune la maldad con que atentaban contra ellos los que abandonaban la justicia, estimaban que no existe el juicio divino. Al mismo tiempo se ocultaron los humildes de la tierra54: con aquellos que se apartaron del camino justo también se ocultaron los mansos con el fin de negarme ayuda. Cuando arrecia la persecución se contabilizan tres tipos de hombres en la Iglesia: los que contemporizan, los que huyen y los que padecen. El prototipo de todos éstos es Job. Y los asnos salvajes del campo cayeron sobre mí: los necios y los cimarrones, que son los soberbios, cayeron sobre mí cuando me hallaba en actitud de confesión. Es decir, cayeron sobre la Iglesia. Y saliendo a su tarea— su tarea es caer sobre mí. Dios les ha confiado este cometido. Se le volvió pan tierno para los adolescentes55. Habla de pan tierno para el impío y el perseguidor, es decir, del pan de la persecución que tanto les gustaba cuando hacían extensiva esta persecución a los adolescentes. El término adolescentes podemos aplicarlo, por una parte, a los amantes de los placeres, dada la proclividad que los adolescentes tienen hacia ellos. Por otra parte, podemos aplicarlo a quienes han aprovechado tanto en la Iglesia que tienen superada ya la etapa de la simplicidad que comporta la niñez, pero que aún no han llegado a la consistencia varonil en que incluso se llega a despreciar al perseguidor. Metieron la hoz en el campo antes de que le llegase el momento56: puede referirse a aquellas clases de persecución en que a algunas personas se las aterrorizaba haciendo daño a los campos. O puede entenderse bajo el nombre de campo a la Iglesia, que los perseguidores quisieron segar antes de que llegara a sazón, es decir, antes de que se desarrollara a la vez la cizaña destinada a la eliminación en tiempo de la siega. Se mojarán con los aguaceros de los montes57: al acudir desnudos a las cavernas donde rezuman las filtraciones. Arrancaron de los pechos al huérfano: los huérfanos y las viudas son con frecuencia personificación de la Iglesia: se trata de gente que es objeto de mal trato. Y humillaron al que había caído58: al que estaba dejado de la mano de Dios o de algún otro, sabiendo, por lo demás, que no tener compasión de estas personas denota una crueldad injustificable. En el aprieto pusieron asechanzas con toda maldad59: el aprieto equivale a las necesidades. Se les expulsaba de la ciudad y de sus hogares: ellos expulsaban a otros. La vida de los pequeñuelos entre ríos de lágrimas60: transcurrió. Dios mismo no se preocupó de ellos61: de los impíos. No preocupándose de ellos, por el momento, hizo que desesperaran del juicio de Dios, ya que cometían ultrajes impunemente. Por eso fueron entregados a las tinieblas: a la ignorancia del juicio de Dios. Y es imprevisible como el salteador62: aquel día les cogerá por sorpresa. El ojo del adúltero espía en la oscuridad63: trata de manifestar en qué clase de tinieblas se verán los impíos en su impunidad: no en la oscuridad que espían los adúlteros y demás malhechores nocturnos para evitar la notoriedad de la luz del día. Se refiere a aquella oscuridad que se cierne sobre ellos incluso por la mañana. En las tinieblas perforan las casas: hace mención de otras fechorías. De día se cerraron con sello64: se ocultaron. No conocieron la luz, porque para ellos perdura simultáneamente la sombra de la muerte65: no por haber pasado la noche les volvió la espalda la sombra de la muerte. Aparece ingrávido sobre la superficie de las aguas66: en comparación con la tierra se consideran más resplandecientes quienes se ven impregnados por la luz y por la imagen de la ingravidez. De ahí que aparezca ingrávida sobre ellos la sombra de la muerte, dado que son portadores de ella por su condición carnal. O también: la expresión Aparece ingrávido sobre la superficie de las aguas puede entenderse de quienes hacen profesión de fe en el bautismo. Que su porción sobre la tierra sea maldita67: que todas sus opciones sean estériles. Los arrancaron del seno de los huérfanos68: arrebataron la palabra del corazón de los débiles aconsejándoles mal. Luego, se hizo mención de su pecado: que pensaban había caído en el olvido. Queden desgajados como tronco podrido todos los malvados69: los incurables. Maltrataba a la estéril70: la que no cuenta con el consuelo de los hijos. Y al levantarse no da fe a lo que se dice contra su vida71: debió creer que su vida era mala y por eso mismo levantarse. Que no espere la salud cuando sienta los síntomas de la enfermedad: cuando comiencen los sufrimientos. Sino que cae en la languidez72. El impío busca en la adversidad el tiempo de consuelos que más le debilitan. Se puso mustia como malva en verano: su esbeltez, porque no pudo soportar la quemazón del sufrimiento. Hace referencia a la malva por su flaqueza. O como la espiga que se inclina espontáneamente sobre la caña73: porque su punta estaba vacía. El mismo impío opta por consuelos que agudizan su enfermedad. Si no es así, ¿quién me desmentirá?74 Si los impíos se comportan de otro modo.
Capítulo XXV
Réplica de Bildad, suhita: ¿Qué exordio, pues, sino estremecerse ante él?75 Esta subordinación parece coincidir con las palabras pronunciadas por Job: Por eso me estremezco ante él; si reflexiono, tengo pavor de él76. Que nadie piense en treguas cuando se trata de piratas: acometen sin dilatorias en la medida en que les está permitido. ¿Sobre quién no cae su emboscada?77 Cuando él lo permite, por supuesto. Llama emboscada a las tentaciones. ¿Cómo, pues, justificarse el hombre ante el Señor? Luego justamente permite que el hombre sea tentado. ¿Cómo puede, purificarse el hombre nacido de mujer?78 Si Dios no lo purifica, queda impuro. La luna misma dejará de brillar si se lo manda79: porque si las razones y el orden de su providencia exigen que la luna no brille, le ordenará que no brille y no brillará. Pero ¿por qué? ¿Es que pretende demostrar que la luna no es pura delante de él porque a una orden suya deja de brillar? ¿O es que aquí se prefigura o se insinúa de modo figurado la naturaleza del alma racional, cuyo sol inteligible es la luz verdadera que alumbra a todo hombre?80 Otra razón es que la luna brilla con mayor intensidad ante los ojos terrenales cuanto más se aparta del sol, mientras que cuando se acerca al sol va perdiendo luz ante los ojos terrenos. Entendamos que Dios le ordena al alma que, tras superar el nacimiento terreno y mortal cuyo resplandor aparece ante los contempladores sensuales de la tierra, aparezca, se acerque y se someta a la sabiduría para que, gozándose secretísimamente de su luz, evite practicar su justicia ante los hombres para ser visto de ellos81, sino que cuando se gloría, se gloríe en el Señor82. Por otra parte, incluso cuando se acerca a los hombres se manifiesta como don del Creador. Ni son bastante puras las estrellas a sus ojos83: comparadas con él.
Capítulo XXVI
Respuesta de Job: ¿A quién asistes? ¿A quién vas a ayudar?84 Cuando, lleno de indignación ante sus injusticias, pensaba que Dios tenía que castigarlos. Pero, hablando para sus adentros, se retracta de esta actitud y opta por dejar para Dios el acto de juzgarlos. De este modo no dará la impresión de ser asistente de Dios o de pretender ayudarle, como si se sintiera capacitado para reprimir o corregir a los hombres, o de aconsejarle qué hacer con ellos. Que tampoco dé la impresión de que sigue a Dios como para tratar de comprender las razones de la paciencia de Dios con los tramposos, pues les permite seguir viviendo, dado que Dios con su poder incomprensible supera a toda alma que intenta averiguarlo. Que tampoco dé la impresión de ser una especie de pregonero que le va informando sobre detalles humanos, cuando lo que realmente ocurre es que el hombre recibe la inspiración de Dios en todo cuanto dice. ¿Es que van a quedar aniquilados los gigantes?85 Ya no tiene nada de extraño que Dios perdone a los hombres, pues ni siquiera aniquila a los gigantes. Y para que no se objete que Dios los sepultó en los infiernos, añade que Dios ve el infierno, y que los ordenó allí donde merecieron estar. De idéntica manera ordena a los justos, tanto ahora, conforme a como son, como después, conforme a como serán, aunque nunca los aparte de su rostro, dado que todo está desnudo delante de sus ojos. De este modo, hay que considerar que estos gigantes aludidos son como una réplica de aquellos consoladores orgullosos. Debajo del agua también sus cantaradas86. ¿Acaso hay que sobrentender que debajo del agua «se hallan presos» o algo parecido? Y la perdición no tiene velos87: tampoco se le oculta la perdición. El tendió el septentrión sobre el vacío: el aquilón o septentrión puede ser una personificación del diablo, y la tierra serlo del pecador, porque para uno y para otro la esperanza carece de contenido. El colgó la tierra sobre la nada88: en el aire. Sujeta las aguas en las nubes: en consideración a la oscuridad de la profecía. Y la nube no se rasgó bajo él89: bajo la verdad que tuvo la nube, que no se rasga para los que comprenden las Escrituras; no hay contradicción en ellas, como piensan los que no las entienden. El vela la faz del sol: para que los impíos no reconozcan el sol de justicia. Y extendió su nube sobre él90: la carne que tomó el Señor. Acordonó con un precepto el rostro del agua: los pueblos. Hasta extinguirse la luz91: hasta el final de esta vida, es decir, hasta el fin del mundo. O hasta la consumación, es decir, la perfección de los hombres de quienes se dijo: en otro tiempo fuisteis tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor92. Las columnas del cielo se tambalearon y se estremecieron ante su amenaza93: esto le ocurrió a Pedro por obra de Pablo94. Con su poder calmó el mar95: hizo que se serenara el mundo de donde procedían las persecuciones contra la Iglesia. El que las columnas del cielo se tambalearan ante su amenaza puede interpretarse también así: los más robustos de la Iglesia se echaron a temblar pensando en los más débiles ante la amenaza del Señor que permitía la tentación de las persecuciones. En efecto, la columna pregona a los cuatro vientos: ¿Quién desfallece que no desfallezca yo? ¿Quién se escandaliza que yo no me abrase?96 Con su sabiduría hirió al cetáceo97. Dice que el diablo fue herido con el dolor, por el que los justos no cedían a sus insinuaciones. Y las puertas del cielo le temen: sean los ángeles, sean los que recibieron las llaves del reino de los cielos. Una orden suya dio muerte al dragón desertor98: al mismo llamó también cetáceo. Pero ahora muestra cómo fue herido, cuando recibieron la orden quienes renunciaron a él. Estos son los tramos de su camino: por los que se llega a Dios. Y el poder de su trueno, ¿quién lo comprenderá cuando ocurra?99 Llama trueno al grito clarísimo de su manifestación, o quizá también a aquel torrente de voz que dio a través del hijo del trueno: En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios100. La disposición del texto sería: Cuando ocurra, ¿quién podrá comprender el poder de su trueno?
Capítulo XXVII
Y el aliento divino en mis narices101. Aquí se pone de relieve que todo cuanto dice Job tiene base profética y que conoce proféticamente que esos consoladores están llenos de engaño. Lejos de mí llamaros justos hasta que muera: aunque me persigáis hasta la muerte, porque os reprendo con libertad. Pues tampoco yo apartaré al inocente102: ni siquiera a vosotros. No me considero responsable de haber hecho algo malo103: con relativa frecuencia suelen perdonar a otras personas los que temen se les eche en cara algún hecho cierto y comprobado. ¿Qué esperanza puede tener el malvado?104 El que espera. Y para que nadie pensara que deseaba mal a sus enemigos, pone aquí de manifiesto con qué intención lo dijo. No era otra que minar la maldad de sus enemigos y hacer que su orgullo quedase muerto. Y esto ocurre cuando el alma, rea de maldad, se ve liberada de ésta. La liberación tiene lugar a través de la confesión del hombre que hace penitencia y de la gracia de Dios que perdona. Según esto, a la pregunta en qué podrá esperar el malvado105 se responde: El que espera y confía en el Señor. Quizá le libere y atienda a sus plegarias el Señor106. A estas palabras se les puede dar otra interpretación, pero no responde ni al contexto del libro ni al de la fe, pues no hay que recalcar el carácter de desesperación del malvado hasta el punto de llegar a suprimir totalmente su esperanza. Un argumento contra este último extremo lo tenemos en aquellas palabras: Al que cree en aquel que justifica al impío, la fe le es computada por justicia107. Por tanto, a nuestro entender, lo que viene a continuación se llama gracia de Dios. O cuando le llegue la angustia108: por eso debemos esperar la gracia del perdonador. ¿Tuvo confianza en la angustia, es decir, en la tentación; tuvo confianza en sus méritos en presencia de Dios? ¿O le escuchará cuando le invoque?109 Si es que le invoca más o menos confiado en sus merecimientos, que no son nada. Por eso os mostraré lo que está en la mano del Señor110: las disposiciones de Dios. Todos sabéis, en efecto, que vuestras palabras son vanas y están pronunciadas vanamente111: por lo cual ya es hora de esperar la gracia. ¿Qué razones asisten para alegar sus merecimientos a quien dice vanidades con palabras vacías y pomposas? La posesión de los poderosos les provendrá del Todopoderoso112: para que los posean los poderosos, es decir, el diablo y sus satélites. Y los llama poderosos porque ésos irán debilitándose por ir tras vanas ilusiones hasta el punto de prevalecer sobre ellos los jefes y capitanes de la vanidad. De la misma manera que el Señor los llama poderosos por la única razón de que los inutiliza113. Si tiene muchos hijos, quedan destinados a la espada: llama hijos suyos a los que invitan a seducir al catequizador de falsos dogmas que llevan a la condenación. Y si llegan a la juventud, pasarán necesidad.114 Es decir, si se confirman en el error, pasarán necesidad, porque la vaciedad no los saciará. Y todos los que le rodean morirán: los que más se les parecen en el ejercicio de la seducción. Y no tendrá compasión de sus viudas115: son las masas a las que sedujo, al mantener con ellas, huérfanas de marido, una especie de fidelidad conyugal en la promesa del error. Aunque acumule plata como polvo116: es decir, si los prudentes y avisados, cuando todavía son polvo y lodo, esto es, mientras aún sienten las realidades torpes y carnales, les dijeran que sí. Luego, concienciándose y rectificando, retornarán al camino de los justos. Serán sus casas como de polilla y de araña, a la que dio cobijo117: el corazón o la conciencia. O también: llamó casas a las fortificaciones que les sirven de refugio, bien camufladas y recónditas, pero totalmente endebles, como la bolsita en que se guarece la polilla o la gruta que le sirve de refugio a la araña, tras cubrir la abertura con su tela. Que cobijó: a sí misma en la gruta, cosa que no todas las arañas hacen. Se trata de la corrupción interior y voluntaria del pensamiento malo, así como de las obras inútiles que el malvado ha ido acumulando en su casa como a destajo. Se dormirá rico, pero nada añadirá: porque después de morir no añadirá riquezas a las mismas maldades. Abrió sus ojos y ya no existe118: en la resurrección se dará cuenta de que no es rico, contra lo que había pensado. Lo arrebatará la quemazón y saldrá de estampida: tanto si es el flujo y reflujo del mar, que simbolizan las tribulaciones del siglo, como el bochorno que agosta la hierba del campo, carente de raíz. Y le arrancará de su lugar119: o bien de su esperanza, o bien Dios mismo le desgajará de su sitio, para que ya no se le encuentre en el solar de Dios, es decir, en el pueblo dentro del cual estableció Dios su morada. Y arrojará sobre él y no le perdonará120: como un cúmulo de penas. Batirá palmas contra él121: a tenor de las palabras también yo me reiré abundantemente de su ruina122: porque no lamentará en demasía la perdición de los malvados.
Capítulo XXVIII
Hay un lugar donde se forja la plata: los prudentes, que tienen prioridad por la acción. Y hay un lugar donde se acrisola el oro123: los sabios, que se inclinan por la contemplación. El hierro se extrae del suelo124. Estos metales hay que tomarlos indistintamente como significando algo bueno. En efecto, habló del hierro, porque apenas hay diferencias, como si antes hubiese hablado de él. Aunque en el hierro pueden estar personificados los fuertes. En realidad no hay diferencia alguna en la sabiduría de los hombres mientras permanecen en ella. El cobre se extrae del mismo modo que las piedras125: porque todo se extrae o se desprende de la tierra. Para mostrar que los buenos están mezclados temporalmente con los malos, porque los buenos salen de los mismos malos, quienes les sirven de crisol para liberarse de la ganga, algo así como a los metales destinados a una obra artística o a la construcción. Precisan de la tierra para su fundición y para darles forma. Luego vendrá el proceso de separación, de modo que tras este proceso la tierra tendrá el lugar y puesto que le corresponde. Tal acontecerá con los malvados. La condenación es una respuesta a sus méritos. Y él halló todo el fin: qué guiar adonde. Puso halló por ?instituyó?. La piedra tenebrosa y sombra de muerte126: la piedra, es decir, el Antiguo Testamento ha sido entregado a las tinieblas y a la sombra de muerte, es decir, a los que van en pos de las realidades carnales, aunque las esperasen del único Dios. Por eso, llenos de presunción, no se aventuraban entre los rápidos de la corriente, es decir, no vadeaban el flujo de las cosas temporales para anclarse en algo consistente, sino que se dejaban llevar por la corriente. Y al torrente lo hendió la ceniza: es decir, el que confiesa sus pecados y no el que se envalentona de sus obras meritorias. Y este hecho lo llevó a cabo la gracia del Nuevo Testamento. La hendidura del torrente por la ceniza: por los hombres. Y se vieron perturbados por los hombres127: por los aduladores ante un Dios callado, por las promesas de que habían sido objeto al perder su primacía. La tierra de donde salió el pan. Se sobrentiende esta conmoción o perturbación que ha afectado a aquellos hombres de los que, como si fueran tierra, salió el pan del Señor. Y le prenderá fuego128: el Señor prenderá fuego a la infiel con un juicio celestial. Sus rocas son la morada del zafiro, es decir, de las piedras preciosas e imprescindibles para la construcción de la ciudad celestial. Y montones de oro para él129: no es pobre en oro, lo cuenta a montones. El camino desconocido para las aves: la humildad del Señor. Ni lo vio el ojo del buitre130: del diablo. Es camino impracticable para el león131: para el que se ufana de su poderío. Mete su mano en el pedernal132: poderoso es Dios para sacar de las piedras hijos de Abrahán133. Rompe las márgenes de los ríos: para que lo rieguen todo. Llama ríos a los predicadores de la palabra, puesto que pretendieron mantenerse dentro de sus márgenes limitándose a predicar a los hijos de la circuncisión. Mis ojos han contemplado todo cuanto hay de precioso134: el ojo humano a través de la palabra hecha carne. Reveló las profundidades de los ríos: las virtudes que supone tolerar las persecuciones en el martirio son algo oculto y profundo en el hombre hasta que se manifiesten en la tentación de la persecución. Y mostró su poder en la luz135: en aquellos a quienes dijo: Vosotros sois la luz del mundo136. Por conducto de éstos se convirtió incluso un sector no pequeño de judíos. El abismo dice: No está en mí137: por eso, situados los hombres en este abismo, no pudieron hallarla porque no estaba allí. No se cambia por oro macizo138: es decir, un tesoro. Ni desmerecerá al lado del oro de Ofir139. Es como si dijera: buscadla con tesón, puesto que no es inferior al oro de Ofir. No se compara al oro ni al cristal: o se refiere a algún cristal precioso o pretende decir que hay hombres que prefieren el cristal a la sabiduría. Y su trueque vasos de oro140: sobrentiende ?no son? vasos de oro. Ni entrará en la cuenta lo más alto y excelente141: no se tendrán en cuenta en un cotejo. O también: lo más alto y excelente no se tendrá en cuenta reputándolo como algo fastuoso o soberbio, puesto que es por la humildad como extraes la sabiduría de sus minas. ¿De dónde viene, pues, la sabiduría?142 La pregunta se formula de este modo, porque el hombre no pudo hallarla sino mediante la gracia. En consecuencia, la conversión del corazón tiene que estar polarizada hacia Dios. Se oculta a los ojos de todo hombre143, porque no es manjar de quienes carecen de sensibilidad. La perdición y la muerte dijeron144: los perdidos y los muertos que viven rodeados de delicias. El Señor recomendó sus caminos: la humildad, oculta a las aves del cielo. Él sabe su morada145: ¿quién sino el Padre es la morada de la sabiduría? Porque cuando se expresa yo en él y él en mí146 indica una especie de reciprocidad de moradas. Con su mirada abarca los confines de la tierra147. Y los conoce no de un modo sensible, sino del mismo modo que los creó. El peso y la medida de los vientos148: por una parte de las criaturas se señala a todas. Por eso dice puntualmente que todas están hechas149 con peso, número y medida, atributos en los que se hace inteligible el Creador. Cuando la hizo y la vio, la evaluó: y no la vio fuera al hacerla, sino en sí mismo como el artista. Y el camino al fragor de las tormentas150: se toman tormentas por tentaciones y tentaciones por personas tentadas, al igual que la expresión gritos del naufragio indica los gritos de los náufragos. Entonces la vio y la expuso: en la predestinación el Señor vio el camino al que convertirse los tentados. La preparó y la probó a fondo151: en la predestinación, no en la acción.
Capítulo XXIX
¡Quién me diera volver a los meses de antaño!152 Parece que habla personificando a la Iglesia al lado de Cristo Cabeza, como si la totalidad de este mismo hombre hablara en época de gran tribulación y de muchas tentaciones, como en aquellos días de los que dice el Señor: Días vendrán en que queráis ver uno de estos días y no lo veréis153. En la época en que el Señor estaba en la tierra no existía inquietud o congoja alguna, si bien es verdad que la población cristiana era aún pequeña, puesto que constaba de aquellos que habían creído en él, entre los cuales había más de quinientos hermanos a los que tuvo la delicadeza de aparecerse después de su resurrección, como dice el Apóstol154. Por eso no existía preocupación alguna: ni de mal gobierno de la Iglesia por los malos, ni de que ésta se viera atacada por las asechanzas de la herejía o del cisma. Ni siquiera padeció persecuciones corporales, ni tuvo que sufrir adversidad de ningún tipo, ni por parte de los de dentro ni de los de fuera. Según esto, Job habla personificando al pueblo del Nuevo Testamento, que, según predicción del Señor, anhela aquellos días. Y tal vez los llame meses, no años, porque desde la fecha de la elección de discípulos por parte del Señor hasta la fecha de la pasión no transcurrieron años, sino meses. Cuando resplandecía su lámpara sobre mi cabeza155: se refiere a la carne visiblemente presente del Señor, o a las palabras de la boca del corporalmente presente. Cuando la palabra del Señor inspeccionaba mi casa156: con intención de proteger mi vida. Y me rodeaban mis niños157: los que obedecían humildemente y nos proveían de lo necesario. Cuando corría la mantequilla por mis caminos: por mis costumbres, el gozo de la fe y de las buenas obras. Cuando mis montes rezumaban leche158: se hacía una adecuada exposición de los profetas a los pequeños. Cuando salía de mañana a la ciudad: o bien cuando rayaba el alba, tras la oscuridad del temor; o bien en los comienzos de la Iglesia, ni lo suficientemente oculto ni lo suficientemente manifiesto. Y en la plaza se alzaba mi silla159: la muchedumbre me confería la autoridad de enseñar. Los jóvenes, al verme, se escondían: los entregados a sus apetitos. Y los viejos se ponían de pie160: los prudentes. Y los poderosos dejaron de hablar161: los que se pavoneaban de sus enseñanzas. El oído me oyó y me hizo feliz162: el pueblo que no conocí me obedeció. Y los ojos que me veían se desviaron163: los de los judíos incrédulos. La boca de la viuda me bendijo164: la boca de aquella alma que renunció al consorcio con el diablo. He aquí que llevaban muerto al único hijo de una madre que era viuda165. Vestíame de justicia como de capa166: al preferir lo espiritual a lo carnal, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha167, es decir, que no vea la intención con que actúa. Al ocultar la mano izquierda, la derecha queda al descubierto sobre la capa. Esto hace quien juzga rectamente a qué hay que referir la acción. Examiné la causa que no conocía168: Mira que lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué tendremos?169 Dice que se sintió feliz al tener a quién preguntar sobre el juicio futuro. Quebranté las muelas de los injustos170: para que dejaran de comerse al pueblo como si fuera pan. Mis días van envejeciendo; viviré largo tiempo como la palmera171. Mi edad se prolongará y viviré como la palmera en honor, altura y rectitud eternos. Y el rocío se posará en mis mieses172: se llama mies al campo tan pronto como se siembra y germina. Mi gloria se renovará siempre conmigo: la gloria del Nuevo Testamento. Y mi arco avanzará en mi mano173: haré lo que mando. Y no añadieron a mis palabras: significa la perfección del Evangelio, puesto que las palabras de la sinagoga tenían necesidad de una adición. Se llenaron de gozo cuando les dirigía la palabra174: porque la primera palabra era de temor, la segunda era de amor. Si me reía de ellos no creían175: alusión a quienes hablaba en parábolas de modo que no le entendieran, no fuera que pensaran que decía tonterías, al fijarse nada más que en el sonido de las palabras. Esta es la risa de Sara176, que significaba que ellos lo habían hecho todo en profecía. Así les acontece a los que dicen algo en sentido figurado. Escogí el camino de ellos y me senté a la cabeza o en calidad de príncipe: sea asumiendo la mortalidad, sea comiendo con publícanos y pecadores, pero de modo que fuera el príncipe de su salud. Y moraba entre ellos como rey rodeado de sus esforzados: los que le siguieron después de abandonarlo todo. Como consolador de tristes177. Se refiere a quienes, estando tristes por las realidades de la vida presente, tenían puesto su gozo en la esperanza. Bienaventurados los que lloran178, se dice en un pasaje, y en otro, como contristados, aunque siempre alegres179: se refiere a los que no pueden abarcar aquella grandeza de la que está escrito: el que actúe y enseñe así, será conceptuado como el mayor en el reino de los cielos180.
Capítulo XXX
Y ahora ríense de mí los chiquillos y me dan consejos los que son más jóvenes que yo: también en la Iglesia han nacido con posterioridad personajes parecidos, pero que no son de mucho provecho. Dice me aconsejan porque mediante los honores eclesiásticos reciben el poder de predicar al pueblo cosas que ellos no hacen. A cuyos padres yo desdeñaba181: llama padres a aquellos de quienes son hijos porque les imitan. A ellos les fueron dirigidas aquellas palabras: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!182 Aun la fuerza de sus manos la consideraba como nula: la potestad paterna, la de aquellos padres que por entonces disfrutaban de un poder tan grande que crucificaron al Señor. Su vida había perecido enteramente183: porque ni siquiera se corrigieron al final. Inestables por la miseria y por el hambre: los más variados deseos les dejaban insatisfechos. Los que huían al desierto ayer: refugiándose en la excusa de la ley que no entendían en su sencillez. Y porque en el desierto habían acogido a los que huían al desierto ayer184. Así como el hoy pertenece al Nuevo Testamento, del mismo modo el ayer pertenece al Viejo. Del Nuevo se dice: Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestros corazones185; y tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy186. Roían las cortezas de los árboles: porque tomaban como alimento las figuras de la Ley que encubrían cosas útiles. Su alimento eran las raíces de las hierbas187: los misterios que por mandato tenían que celebrar corporalmente, apegados en cierto modo a la tierra. De ellos surgiría el fruto de una interpretación sencilla, que les llevaría a la libertad supraterrena, objetivo que no habían podido alcanzar. Gente sin honor, abyecta, carente de todo bien: que había perdido el honor de la primacía, así como la esperanza en la promesa. Incluso habían perdido con toda razón el mismo don terrenal, sin poder contar con el reino de los cielos. Se alimentaban de raíces de retama acosados por el hambre188: lo dicho de las raíces de hierbas, atendiendo a los frutos cereales, vale también de las raíces de retama o arbusto, en atención al vino y al aceite. La misma Iglesia ha admitido todos estos frutos espirituales, cuyas raíces bien metidas en tierra eran los misterios cuya observancia corporal obligaba a los judíos: el sábado, la circuncisión, las ofrendas, etc., de los alimentos espirituales. Cayeron ladrones sobre mí189: alusión a los que, por medio de maquinaciones engañosas, escalaron honores inmerecidos que eran privativos de los justos. Su morada eran las grutas en las rocas190: los que amparaban sus apetitos y se escudaban en algunos pasajes oscuros de los libros santos. Y rugían entre la maleza191. Sus pecados eran del dominio público, aunque trataran de disimularlos en la oscuridad de las Escrituras como si fuera follaje. A propósito viene aquello de el griterío de los habitantes de Sodoma ha llegado hasta mí192. La Escritura en otros pasajes pone griterío significando los pecados públicos. Por consiguiente, la palabra es todo cuanto se concibe en el corazón, y el grito es cuando de la palabra se pasa al hecho. Los que permanecían bajo los troncos193: se puede entender que permanecen no sólo bajo los troncos, sino incluso más abajo, quienes cumplen los mandamientos aunque sea carnalmente. Pues el tronco no es talmente el fruto, sino el punto de donde surgen las partes portadoras del fruto de los árboles o de las hierbas. Y esto tratándose de árboles fecundos, pues también se les llama troncos cuando no es especie fructífera. Los hijos de los necios y de los innobles194: de los judíos, pues ya se ha dicho antes que éstos eran sus padres por imitación, porque también ellos caminan bajo el nombre de un Dios a quien no adoran. Y llama necios e innobles a los judíos, quienes, por su parte, no sólo se creían guías de ciegos, sino también hijos de Abrahán, a cuya paternidad achacaban su nobleza. Pero cuando oyen que son ciegos y guías de ciegos195 queda demostrada su necedad. Y cuando oyen si sois hijos de Abrahán, haced las obras de Abrahán196, se demuestra que se han vuelto innobles por haber degenerado. Su nombre y su fama se han extinguido en el país197: en un tiempo existió, pero ahora ha muerto. Y ahora a éstos les sirvo de cítara: a estos que tuvieron por padres a quienes me tenían cerca del oído, pero no del corazón. Y me tienen como objeto de fábula198, es decir, como un relato o rumor huero e inútil, aunque el objeto del relato y de la audición sea yo. Abominan de mí y se retraen esquivos: alejándose de la justicia por el pecado y abominando los preceptos de la justicia con sus depravadas costumbres. Ni se privaron de escupirme a la cara199: el rostro de Cristo es execrable para quienes mezclan horror con desprecio frente a los preceptos de Cristo. También puede interpretarse que con sus costumbres corrompidas me dieron a conocer mal. Echando mano de su aljaba me ha afligido: los secretos de las cosas donde tienen su origen las tentaciones. Y pusieron freno a mi cara200: para que a la fuerza accediera a sus caprichos, llevándolos y conduciéndolos adonde quisieran: a su propio abismo. A mi derecha surgieron los vástagos: con ayuda y buenos consejos han aparecido con la finalidad de dar satisfacción a sus apetencias, y no con la persecución. Pusieron grillos a mis pies201: los grillos de los oficios eclesiásticos, de modo que no pudiera eludirlos. Mis caminos están deshechos202: para que no aparecieran los buenos caminos por donde suelen caminar los buenos, que no buscan sus propios intereses, sino los de Jesucristo203. Me ha despojado de mi túnica204: me ha despojado de mi antigua autoridad, a la cual suele rendirse. Esto ocurre cuando sube de punto la abundancia y la práctica de los pecados. Y me ha herido con sus dardos: con sus mandamientos, por los que veo los males y, al no poder reprimirlos, sufro lo indecible. Ha abusado de mí como ha querido: Dios se sirvió como quiso de mi desgracia y miseria para ejercer su justicia. Estoy rodeado de dolores205: los padezco en mí mismo y en los demás. Fuera luchas, dentro temores206. ¿Quién enferma que no enferme yo?207 Mis dolores se repiten y mi esperanza huye como un soplo: retornando, como si fueran algo vacío, a la esperanza de las realidades temporales que tienen lo que prometo. Y mi salud ha pasado como las nubes208: al no esperar por amor de la salud presente la salud prometida. Y ahora mi alma se derrama sobre mí209: pecando. Y por la noche se me quebraron los huesos: dice que le han privado de la firmeza anterior. Y mis nervios están deshechos210: las acciones pasadas. Con gran fuerza agarró mi vestido: para hacer demostración de su fortaleza, ahora castigando y luego rehabilitando. Me ciñó como la orla de mi túnica211: apenas me ha dejado un resto de crédito. Mi porción es el polvo y la ceniza212: la penitencia, porque es lo último. Se quedaron plantados estudiándome213: estando postrado, se plantaron los soberbios ante mí buscando motivos de reprensión. Y me has apartado de la salvación: se duele de aquellos que perdieron la esperanza de reparación. La tierra es la casa de todos los mortales214: dice que la razón del miedo ante la muerte consiste en no tener trato con el cielo215, lo que les ocurre a muchos que son malos en la Iglesia y tienen pautas de comportamiento terrenal. Ojalá pudiera quitarme la vida: para morir al mundo. O rogarle a otro que me lo hiciera216: a un ángel mejor, o al mismo Dios que me corrigiera. Yo estaba esperando bienes217: se queja de que súbitamente le sobrevinieran estas calamidades. Mis entrañas se agitan y no paran218: su intimidad, o la memoria que le recuerda lo que fue y el mundo doloroso de la actualidad. Me levanté en la asamblea para gritar219: porque en la asamblea no se oyó la voz de quienes no querían corregirse. Mi piel se ha ennegrecido en extremo220: por los sufrimientos que le llegaban de fuera. En duelo se ha trocado mi cítara221: las obras buenas con que gozoso alababa a Dios.